domingo, 7 de junio de 2009

SANTISIMA TRINIDAD

Cuando hablamos de la Trinidad es poco lo que podemos decir, porque es el Misterio de los Misterios, o mejor, es el Misterio que encierra a todos los Misterios y los explica.
Una forma de abordar el tema en una homilía sería desde la enseñanza teológica, que partiendo de conceptos filosóficos nos dice que Dios es una naturaleza única en tres Personas Divinas. Los conceptos de persona y naturaleza han sido muy discutidos en los primeros siglos para poder traducir en lenguaje humano el misterio divino. El concilio de Nicea (325) asumió ese lenguaje para explicar la realidad divino humana de Jesucristo.
Sin embargo hay otro modo más bíbico de poder explicar este Misterio y es a partir de la afirmación de San Juan (1 Carta 4,8) Dios es Amor.
Cuando pensamos en el amor, inmediatamente somos llevados a tener en cuenta una relación entre dos personas. No podemos hablar del amor ni en abstracto ni tampoco in genere. El amor es una relación de dos. Claro que cada uno de nosotros ama a muchas personas, pero cada relación humana, en sus más diversas realidades, es distinta. Cuando amamos a nuestros amigos es a cada uno en particular a quien amamos y con cada uno de ellos tenenmos una relación distinta, de lo contrario caeríamos en la trampa de creer que basta con decir yo amo a todos por igual. NO existe afirmación más falsa!!
Así Dios, creador, origen, redentor y santificador del hombre, lo ha hecho a su imagen y semejanza. Por eso el hombre es un ser en relación. Realidad ésta que le es esencial. Nadie puede vivir sin dar y recibir amor.
Esto demuestra que el modelo sobre el que fue creado el ser humano, Dios, es Amor, y el amor es relación de dos: El Padre ama al Hijo en el Espíritu Santo, o como diría san Agustín el Espíritu es el amor entre el Padre y el Hijo.
Las consecuencias para nuestra vida son de la mayor trascendencia.
En primer lugar es un Dios Familia. Los términos utilizados por el Padre al revelar al Hijo y del Hijo al hablar del Padre, son términos familiares, afectuosos. Los que nosotros utilizamos para referirnos a nuestra familia.
En segundo lugar, Dios es modelo de la familia humana y de cada familia. El ideal de la humanidad y de cada familia es llegar al amor conque el se ama la Trinidad.
Finalmente, la humanidad toda es objeto del amor de Dios que nos llama a ser sus hijos. Esta última consecuencia es la que fundamenta la acción evangelizadora de la Iglesia. Dios quiere que todos los hombres se salven y que se salven por el amor. Salvarse significa llegar a ser hijos de Dios, herederos del Padre y coherederos de Cristo.

HIMNO DEL OFICIO DE LECTURA EN LA SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Himno: UNO ES AMOR, Y TRES SON LOS AMADOS

Uno es Amor, y tres son los amados,
bajo el techo del alma trasladados,
que le son huertos, montes y collados;
y es sueño lo demás.

Una es la Luz, y tres los resplandores,
una la Llama viva en tres ardores,
que consumen el alma en sus fulgores;
y es sueño lo demás.

Tres los hermosos son,
y una Hermosura sola,
en que el alma abreva más dulzura
cuanto más se remonta en la espesura;
y es sueño lo demás. Amén.

ANGELUS DE BENEDICTO XVI 7/6/2009

Queridos hermanos y hermanas:

Tras el tiempo pascual, culminado en la fiesta de Pentecostés, la liturgia prevé estas tres solemnidades del Señor: hoy la Santísima Trinidad; el jueves próximo la del Corpus Christi, que en muchos países, entre ellos Italia, se celebra el domingo próximo; y, por último, el viernes sucesivo, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Cada una de estas celebraciones litúrgicas subraya una perspectiva desde la que se abarca todo el misterio de la fe cristiana: respectivamente, la realidad de Dios Uno y Trino, el Sacramento de la Eucaristía y el centro divino-humano de la Persona de Cristo. En verdad, se trata de aspectos del único misterio de la salvación, que en cierto sentido resumen todo el itinerario de la revelación de Jesús, desde la encarnación a la muerte y resurrección hasta la ascensión y el don del Espíritu Santo.

Hoy contemplamos la Santísima Trinidad, tal y como nos la ha hecho conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor "no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia" (Prefacio de la misa de la Santísima Trinidad): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; por último, es Espíritu Santo que todo lo mueve, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres personas que son un solo Dios, pues el Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que incesantemente se entrega y comunica. Lo podemos intuir en cierto sentido al observar tanto el macro-universo: nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias; como el micro-universo: las células, los átomos, las partículas elementales. En todo lo que existe se encuentra, en cierto sentido, impreso el "nombre" de la Santísima Trinidad, pues todo el ser hasta las últimas partículas es ser en relación, y de este modo se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador. Todo procede del amor, tiende al amor, y se mueve empujado por el amor, naturalmente, según diferentes niveles de consciencia y de libertad. "¡Señor Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!" (Salmo 8, 2), exclama el salmista. Hablando del "nombre" la Biblia indica al mismo Dios, su identidad más verdadera; identidad que resplandece en toda la creación, en la que todo ser, por el hecho de ser y por el "tejido" del que está hecho hace referencia a un Principio trascendente, a la Vida eterna e infinita que se entrega, en una palabra, al Amor. "En Él --dijo el apóstol en el Areópago de Atenas-- vivimos, nos movemos y existimos" (Hechos 17, 28). La prueba más fuerte de que estamos hechos a imagen de la Trinidad es ésta: sólo el amor nos hace felices, pues vivimos en relación, y vivimos para amar y para ser amados. Utilizando una analogía sugerida por la biología, diríamos que el ser humano lleva en el propio "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor.

La Virgen María, en su dócil humildad, se hizo esclava del Amor divino: acogió la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. En ella, el Omnipotente se construyó un templo digno de Él, e hizo de ella el modelo y la imagen de la Iglesia, misterio y casa de comunión para todos los hombres. Que María, espejo de la Trinidad Santísima, nos ayude a crecer en la fe en el misterio trinitario.