viernes, 25 de marzo de 2011

DÍA DEL NIÑO POR NACER

"El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn. 1)

EL día en el que recordamos la irrupción en el tiempo y la historia humana de Aquél que es eterno, la Iglesia y la humanidad ha querido recordar a los niños que aún no han visto la luz del mundo. Tanto es así que muchos países, entre ellos el nuestro, han instituido para esta fecha el día del niño por nacer. La concepción del Hijo de Dios en el seno purísimo de María, es una manifestación divina, una revelación de Dios acerca del inicio de la vida humana toda. Jesús también fue un embrión, un feto, un bebé, un niño.
Es paradigmático que muchos que se dicen "defensores de los derechos humanos" estén a favor del aborto. Esa actitud tan contradictoria pone de relieve su falta de (al menos y para decirlo con el respeto que le debemos a las personas)coherencia, lo que los transforma en personas poco creíbles y traicioneras.

Algunos dicen que un embrión no es aún un ser humano. Respondemos: "Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre, la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar"
Los asesinos de niños también usan como argumento la salud de la madre. Es decir, sostienen que en caso de estar en riesgo la vida de la madre, se justificaría el aborto.
Respondo: Seguramente la mayoría de los que leen este artículo son padres o desean serlo. A ellos les dejo esta pregunta: ¿si alguno de sus hijos estuviera en peligro, ustedes, vos papá, vos mamá, no estarían dispuestos a dar la vida por él? Creo que queda claro que cualquiera que se jacte de ser padre, derramaría hasta la última gota de su sangre por cualquiera de sus hijos, sin pensarlo. Por otra parte, y para ser más académico. No hay ninguna vida que valga más que otra. Nadie puede decidir quién debe vivir y quién debe morir. Por lo tanto en una situación límite como esa, el médico debe intentar salvar a los dos, sin elegir a ninguno. Una vez que ha hecho todo lo posible, si alguno muere, no es por la decisión de ningún ser humano. De ese modo la muerte no es algo directamente buscado, sino la consecuencia natural de efectos no deseados (como cuando nos enfermamos o tenemos un accidente, nadie lo desea pero sucede)

Los abortistas (llamemos a las cosas por su nombre) suelen decir que quienes defendemos la vida del no nacido, lo hacemos por convicciones religiosas que no podemos inculcar a los demás. En un punto no se equivocan. Claro que muchos defensores de la vida tenemos convicciones religiosas que no vamos a ocultar. Esas convicciones proceden de la fe en lo que Dios mismo nos ha revelado. Es decir conocemos la verdad por medio de la fe. Sin embargo hay verdades que pueden ser conocidas por la inteligencia humana. En esas verdades coinciden el creyente y el ateo. No necesito tener fe para saber la diferencia entre el bien y el mal, o darme cuenta que si es de día es porque nos ilumina el sol. En el caso de la vida pasa igual. No necesito tener fe para darme cuenta que la vida tiene un valor en sí misma y que no puede quedar al arbitrio de ninguna persona. Puedo usar la Escritura para demostrarlo, pero cuando debemos dialogar con el mundo increyente, nos basta con la inteligencia. No defiendo la vida sólo porque soy creyente, defiendo la vida porque soy humano.

Los genocidas actuales (muchos de ellos autoproclamados defensores de los derechos humanos)justifican el aborto en el caso de malformaciones o enfermedades congénitas. Respondo: A lo largo de la vida he conocido muchas personas con malformaciones o enfermedades que les han quitado la capacidad de desarrollarse como la mayoría de los demás seres humanos. Su presencia nos causa a veces ternura, otras compasión, otras mueven lo más solidario de nosotros mismos. Esas personas, entre quienes se encuentran familiares, amigos, conocidos, tienen tanto derecho a vivir como cualquiera de nosotros. Basta con visitar el Cotolengo Don Orione para darse cuenta del valor que tiene la vida de un ser humano, que a veces sólo respira, pero que es humano y merece vivir aún postrado e inconsciente. Invitaría yo a los genocidas de niños que le pregunten a un discapacitado qué piensa de la eliminación de un feto que tiene malformaciones.

En fin, la vida es un don inestimable. Y no la vida de quienes me conviene, sino la vida de todos. Es una realidad que no puede rebajarse a una ideología.
Los derechos humanos se basan en la dignidad de toda la persona y de todas las personas. Quién defiende la vida de un asesino, de un guerrillero, de un violador, hace muy bien. Pero que no se olvide que también vale la vida de ese ser pequeño, inocente, débil, que permanece totalmente confiado en el vientre de su madre y que nunca, por ninguna razón, puede ser considerado un injusto agresor.
Quien está a favor del aborto procurado, sepa que es un asesino, un genocida, y que comete un crimen de lesa humanidad y merece el mismo castigo que cualquiera que lleve ese rótulo.
Como ciudadanos argentinos, pensemos a quienes vamos a votar en las próximas elecciones. No nos dejemos llevar por planes económicos o discursos altisonantes. Miremos qué valor le dan a la vida desde la concepción hasta la muerte natural y durante su transcurso. Si se contradicen en un valor tan importante, no le confiemos nuestras vidas, porque como ya dije son traidores a la vida.
Mi madre ya no está en este mundo, pero hoy hablé con ella en la oración y le agradecí por dejarme crecer en su seno y darme la vida. Quienes la tengan viva, denle un beso, por haberlos dejado nacer y ser.

Hasta la próxima