martes, 20 de julio de 2010

NUEVAS NORMAS SOBRE LOS DELITOS MÁS GRAVES

El significado de la publicación de las
Nuevas “Normas sobre los delitos más graves”
Afectan también a los diáconos

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado hoy las nuevas "Normas sobre los delitos más graves". Ofrecemos a continuación una nota del director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, S.I., sobre el significado de estas normas.

R.P. Federico Lombardi, SJ
Vaticano, 15 de julio de 2010 (vatican.va)

En 2001, el Santo Padre Juan Pablo II promulgó un decreto de importancia capital, el Motu Proprio “Sacramentorum sanctitatis tutela”, que atribuía a la Congregación para la Doctrina de la Fe la competencia para tratar y juzgar en el ámbito del ordenamiento canónico una serie de delitos particularmente graves, cuya competencia en precedencia correspondía también a otros dicasterios o no era del todo clara.

El Motu Proprio (la “ley”, en sentido estricto), estaba acompañado por una serie de normas aplicativas y de procedimiento denominadas “Normae de gravioribus delictis”. La experiencia acumulada en el transcurso de los nueve años sucesivos sugirió la integración y actualización de dichas normas con el fin de agilizar o simplificar los procedimientos, haciéndolos más eficaces, o para tener en cuenta problemáticas nuevas. Este hecho se debió principalmente a la atribución por parte del Papa de nuevas “facultades” a la Congregación para la Doctrina de la Fe que, sin embargo, no se habían incorporado orgánicamente en las “Normas” iniciales. Esta incorporación es la que tiene lugar ahora en el ámbito de una revisión sistemática de dichas “Normas”.

Los delitos gravísimos a los que se refería esa normativa atañen a realidades claves para la vida de la Iglesia, es decir a los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia, pero también a los abusos sexuales cometidos por un clérigo con un menor de 18 años.

La vasta resonancia pública en los últimos años de este tipo de delitos ha sido causa de gran atención y de intenso debate sobre las normas y procedimientos aplicados por la Iglesia para el juicio y el castigo de los mismos.

Por lo tanto, es justo que haya claridad plena sobre la normativa actualmente en vigor en este ámbito y que dicha normativa se presente de forma orgánica para facilitar así la orientación de todos los que se ocupen de estas materias.

Una de las primeras aportaciones para la clarificación –muy útil sobre todo para los que trabajan en el sector de la información– fue la publicación, hace pocos meses, en el sitio Internet de la Santa Sede de una breve “Guía a la comprensión de los procedimientos básicos de la Congregación para la Doctrina de la Fe respecto a las acusaciones de abusos sexuales”. Sin embargo, la publicación de las nuevas Normas es diversa ya que presenta un texto jurídico oficial actualizado, válido para toda la Iglesia.

Para facilitar la lectura por parte del público no especializado que se interesa principalmente en la problemática relativa a los abusos sexuales, destacamos algunos aspectos.

Entre las novedades introducidas respecto a las normas precedentes, hay que subrayar ante todo las que tienen como fin que los procedimientos sean más rápidos, así como la posibilidad de no seguir “el camino procesal judicial”, sino proceder “por decreto extrajudicial”, o la de presentar al Santo Padre, en circunstancias particulares, los casos más graves en vista de la dimisión del estado clerical.

Otra norma encaminada a simplificar problemas precedentes y a tener en cuenta la evolución de la situación en la Iglesia, es la de que sean miembros del tribunal, o abogados o procuradores, no solamente los sacerdotes, sino también los laicos. Análogamente, para desarrollar estas funciones ya no es estrictamente necesario el doctorado en Derecho Canónico. La competencia requerida se puede demostrar de otra forma, por ejemplo con un título de licenciatura.

También hay que resaltar que la prescripción pasa de diez a veinte años, quedando siempre la posibilidad de deroga superado ese periodo.

Es significativa la equiparación a los menores de las personas con uso de razón limitado, y la introducción de una nueva cuestión: la pedo-pornografía, que se define así: “la adquisición, posesión o divulgación” por parte de un miembro del clero “en cualquier modo y con cualquier medio, de imágenes pornográficas que tengan como objeto menores de 14 años”.

Se vuelve a proponer la normativa sobre la confidencialidad de los procesos para tutelar la dignidad de todas las personas implicadas.

Un punto al que no se hace referencia, aunque a menudo es objeto de discusión en estos tiempos, tiene que ver con la colaboración con las autoridades civiles. Hay que tener en cuenta que las normas que se publican ahora forman parte del reglamento penal canónico, en sí completo y plenamente distinto del de los Estados.

En este contexto se puede recordar, sin embargo, la “Guía para la comprensión de los procedimientos…” publicada en el sito de la Santa Sede. En esta “Guía”, la indicación: “Deben seguirse siempre las disposiciones de la ley civil en materia de información de delitos a las autoridades competentes”, se ha incluido en la sección dedicada a los “Procedimientos preliminares”. Esto significa que en la praxis propuesta por la Congregación para la Doctrina de la Fe es necesario adecuarse desde el primer momento a las disposiciones de ley vigentes en los diversos países y no a lo largo del procedimiento canónico o sucesivamente.

La publicación de estas normas supone una gran contribución a la claridad y a la certeza del derecho en un campo en el que la Iglesia en estos momentos está muy decidida a actuar con rigor y con transparencia, para responder plenamente a las justas expectativas de tutela de la coherencia moral y de la santidad evangélica que los fieles y la opinión pública nutren hacia ella, y que el Santo Padre ha reafirmado constantemente.

Naturalmente, también son necesarias otras muchas medidas e iniciativas, por parte de diversas instancias eclesiásticas. La Congregación para la Doctrina de la Fe, por su parte, está estudiando cómo ayudar a los episcopados de todo el mundo a formular y poner en práctica con coherencia y eficacia las indicaciones y directrices necesarias para afrontar el problema de los abusos sexuales de menores por parte de miembros del clero o en el ámbito de actividades o instituciones relacionadas con la Iglesia, teniendo en cuenta la situación y los problemas de la sociedad en que trabajan.

Los frutos de las enseñanzas y de las reflexiones maduradas a lo largo del doloroso caso de la “crisis” debida a los abusos sexuales por parte de miembros del clero serán un paso crucial en el camino de la Iglesia que deberá traducirlas en praxis permanente y ser siempre consciente de ellas.

Para completar este breve repaso de las principales novedades contenidas en las “Normas”, también hay que citar las relativas a delitos de otra naturaleza. De hecho, también en estos casos, no se trata tanto de determinaciones nuevas en la sustancia, sino de incluir normas ya en vigor, a fin de obtener una normativa completa más ordenada y orgánica sobre los “delitos más graves” reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Más concretamente, se han incluido: los delitos contra la fe (herejía, apostasía y cisma), para los cuales son normalmente competentes los ordinarios, pero la Congregación es competente en caso de apelación; la divulgación y grabación –realizadas maliciosamente– de las confesiones sacramentales, sobre las que ya se había emitido un decreto de condena en 1988; la ordenación de las mujeres, sobre la cual también existía un decreto de 2007.

DOMINGO XVI DURANTE EL AÑO

En la primera lectura Abraham recibe al Señor en su casa. Sorpresivamente llegan tres personajes que parecen ser uno solo y Abraham los invita a comer. Manda a Sara, su mujer, a preparar la comida. Es un encuentro de amistad. Abraham podría haber dudado de Dios, de la promesa casi incumplible de una herencia innumerable sobre una realidad humana y matrimonial estéril. Pero abre su corazón a Dios, lo recibe como a un amigo y Dios termina renovando y realizando su promesa. El ingreso de Dios en la vida de Abraham, lo transforma. Un hombre que lo único que esperaba era el momento de partir, ahora se convierte en padre de una multitud de creyentes, porque él mismo creyó.
A veces a nosotros no se nos dan los proyectos, porque no somos constantes, porque no confiamos, porque dejamos que los razonamientos humanos, las ideas del mundo, nos aparten de la amistad. Creer en el otro es el primer paso para el triunfo. Y cuando uno cree y acepta al otro, al que sabemos que nos ama, tiene asegurada la felicidad. Que a lo mejor no es inmediata, pero se va construyendo en la intimidad del amor.

San Pablo, en la carta a los Colosenses, no se cansa de insistir en la necesidad de predicar a Cristo. Cristo no es un ser pasado de moda, un ser al que se lo comió la historia, sino que es el Hijo de Dios vivo entre nosotros y la Buena Noticia de su presencia debe ser predicada a tiempo y a destiempo, en las malas y en las buenas, para que el mundo crea y creyendo se salve.

Los cristianos debemos acostumbrarnos que el éxito de nuestra predicación y de nuestra fe depende de Dios. Para ello es necesario aprender a tener la mirada de Dios, a comprender el Misterio. Parece una paradoja "comprender el Misterio". Si lo comprendemos parecería que dejaría de ser un misterio. Por el contrario, el Misterio de Dios es Luz, atrae e ilumina. Da inteligencia al ignorante y sabiduría al necio. Si miramos con la mirada de Dios, escuchando atentamente a Jesús, tenemos que aceptar que no hemos sido llamados para el éxito de masas, sino para la santidad. No somos políticos que necesitan votos, sino hombres y mujeres de fe, que fuimos elegidos para iluminar como antorchas este mundo de oscuridad y muerte. En los países donde los cristianos son minoría, la fe los fortalece y les permite vivir alegres en medio de las dificultades, de las persecuciones y del desprecio sufrido por Cristo. Ellos son más unidos en la caridad, más comprometidos con su fe y más solícitos al bien del prójimo. Son una antorcha en medio de la oscuridad.
Algunos pensarán que ya se les pasó el tiempo. Todos los cristianos, los elegidos sin mérito nuestro, podemos iluminar, debemos iluminar, esa es nuestra vocación. Hay personas que postradas y sin hablar iluminan la vida de los que los rodean. Tienen la capacidad de ser testigos vivientes del amor del Padre. Por eso nadie puede decir yo no puedo, a mí se me fue la vida.
Pero para poder vivir como antorchas es necesario dejar que la Luz de Cristo nos ilumine. Somos una lámpara alimentada por el aceite de Dios.
El Evangelio nos presenta las figuras de Marta y María. La primera muy hacendosa y la segunda mística. Marta se preocupa para que el Señor y sus amigos estén bien atendidos en su casa, María se sienta a los pies de Jesús para escucharlo.
Nuestra vida tiene que tener ambas cosas. Pero sin olvidarnos que la escucha del Señor es lo más importante. ¿Cómo vamos a hacer las cosas bien si no conocemos lo que el Señor quiere de nosotros? y ¿Cómo vamos a saberlo si no lo escuchamos? Por eso es que cada día debemos ponernos atentamente a escuchar al Señor en la oración. Nuestra oración no puede ser a las apuradas, como para cumplir. Sino que tiene que tener su momento de silencio y escucha. No debemos decir mucho, debemos escuchar la voz del Señor que nos habla al corazón. Tal vez nuestros oídos no escuchen su voz, tal vez la inteligencia no pueda descifrar una idea, pero el corazón, el lugar donde Él habla va a comprender y amar sus palabras. Volvamos al corazón, a la conciencia, que es el lugar donde Dios y el hombre se encuentran. En estos días donde hemos discutido sobre la ley natural, la ley de Dios, muchos no han comprendido. Y no los culpo, porque no oyen, Dios no les habló al corazón. Su conciencia está equivocada porque nadie le habló. Eso puede ser porque no han sido elegidos para ello o porque se hicieron sordos dejándose aturdir por otras voces que no provienen de Dios.
Dios nos habla también a través de los acontecimientos. Muchas veces la historia nos hace sufrir. A veces no comprendemos. Lo primero que debemos recordar es que los cristianos debemos pasar por la Cruz si queremos ver la Luz. No hay resurrección sin Cruz como tampoco hay Luz sin dolor. Así lo vivió y lo transmitió el Señor. Cuando las cosas no son como querríamos, debemos mirar la Cruz, tomarnos de ella y dejar que Dios haga su obra. Nosotros tenemos el compromiso de anunciar su Palabra, la Palabra que se nos dice cada día.
"Yo estoy a la puerta y llamo, si alguien me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos" dice el Señor.
Abramos nuestra puerta de par en par, dediquemos cada día un tiempo real de oración y meditación. No de una oración de pedigüeños, sino de una oración de discípulos que escuchan al Maestro.
Seremos místicos o no seremos nada decía un teólogo. Si no escuchamos al Señor no pretendamos que los hombres nos escuchen a nosotros. Si no escuchamos al Señor vana será nuestra obra, aunque nos parezca que hacemos mucho.

Hasta la próxima

lunes, 12 de julio de 2010

DEL ISLAM AL CRISTIANISMO

Sabatina James. Del Islam al cristianismo: mi historia. La mujer dominada en el Islam actual.



Título: Del islam al cristianismo: mi historia.

Autora: Sabatina James.

Ediciones Palabra. Astor juvenil. Madrid 2006

Acabo de leer en Eurabia un artículo sobre la mujer en el Islam. El libro que presento es simplemente el testimonio de una joven paquistaní que va con su familia a Austria. Ahí siguiendo siendo fiel musulmana, adquiere la cultura europea y choca con la mentalidad tribal y primitiva de su familia. Una mentalidad que acaba siendo un resultado de la doctrina islámica sobre la mujer.

Si futuro ante el que se rebela: matrimonio concertado por sus padres y sumisión al marido; y falta de independencia para pasear, trabajar y vivir fuera del reducto del hogar.

En este caso la rebelión no es contra Dios, sino buscando un apoyo en Alá. Y acaba encontrando el mensaje cristiano a través de una Biblia que le dona un amigo. En Cristo encuentra comprensión, amor, seguridad y paz.

Y, cuando se hace cristiana vuelve a chocar contra el Islam. Si vida pende de un hilo porque el Islam castiga con la muerte la conversión a otra religión.

Drama real de nuestro tiempo y necesidad de reflexión en el Islam: la igual dignidad de hombre y mujer, la libertad de culto son dos aspectos necesarios para convertir la cultura islámica en una cultura de "humana".

No digo que ese progreso derive en la incredulidad o en la indiferencia entre religiones, sencillamente que se admita lo que ya el Cristianismo sostiene: la religión no se puede imponer por la fuerza; la libertad de elegir religión es un derecho fundamental, el hombre y la mujer siendo diferentes en cuanto al sexo, son idénticos en cuanto personas humanas y tienen los mismos derechos fundamentales.

DENTRO DE CINCO HORAS VERÉ A JESÚS. VIDA DE JACQUES FESCH

Una conversión. Jacques Fesch: "dentro de cinco horas veré a Jesús".
semáforo literario: una conversión. Jacques Fesch: "dentro de cinco horas veré a Jesús".
Aragón Liberal (Enviado por: redacción) 11/02/07, 06:05 h
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Dentro de cinco horas veré a Jesús. Diario de prisión Autor: Jacques Fesch. Ediciones Palabra.

Jacques Fesch, francés nacido en 1930, fue condenado a muerte y guillotinado en 1957 por el asesinato de un policía después de un atraco. Dos meses antes de su muerte, comienza a escribir este diario espiritual, dirigido a su hija, en el que narra su fulgurante conversión en la cárcel, después de una juventud despreocupada. Fue entre las rejas cuando se produjo su acercamiento a Dios. Escribe sobre el consuelo y la alegría que recibe en la oración, pero también cuenta sus momentos de angustia ante la cercanía de la muerte.
Las páginas de Fesch son un relato de su arrepentimiento, pero también un ejemplo de fe y de esperanza en la misericordia divina. Ahora que la pena de muerte está en retroceso en el mundo, "Dentro de cinco horas veré a Jesús" constituye una muestra de las profundos cambios que puede experimentar un hombre. También revela que, incluso ante la perspectiva de la guillotina, la fe ayuda a no perder la esperanza de lo esencial: "un mal cuarto de hora ante toda la eternidad", dice Fesch. Junto al testimonio del propio Fesch, se incluye una biografía escrita por André Manaranche y algunas declaraciones de amigos y compañeros muy útiles para apreciar su conversión.

CELIBATO Y SEXUALIDAD

Celibato y sexualidad.

Por Kanbei elJun 22, 2010 | EnTextos y meditaciones | Enviar reacción »

Raphael Bonelli, psiquiatra vienés, habla del celibato y la sexualidad

– Existe la tesis de que “hacer de la sexualidad un tabú”, como parte de la opinión pública reprocha a la Iglesia, conduce a una mala canalización de lo sexual. ¿Hay algo de verdad en eso?
– Hoy sabemos que la sexualidad debe controlarse para poder vivirla de forma sana y feliz. La violencia sexual y la pedofilia nos muestran que la sexualidad no puede vivirse sin contenciones, porque puede hacer daño. Sin embargo, sorprendentemente todavía muchos sueñan con que puede vivirse sin límites, y creen que ahí tenemos el paraíso terrenal. Esto proviene particularmente de la ideología del movimiento del 68. Esa imagen de la represión de la sexualidad se corresponde con una interpretación freudiana del hombre muy grosera y mecanicista, que permanece todavía en muchas cabezas, aunque hace mucho que fue superada. Desde la revolución sexual, sobre todo, hay varones que son de la opinión de que deben realizarse sexualmente, porque si no, podrían enfermar. La sexualidad se experimenta aquí como una necesidad imperiosa, y no ya como algo dirigido y controlado por la razón.

– ¿Sería menor la indignación ante los casos de abusos, si los sacerdotes católicos no estuvieran obligados al celibato?
– Puede ser que las emociones no se dispararan tanto si no estuviera de por medio el celibato, que resulta molesto para la mentalidad de hoy, porque muestra que un hombre puede contener sus apetitos sexuales por causa de un gran amor. Esto es algo que molesta a la ‘sociedad de la diversión’, que por eso arremete contra este bastión. Si los sacerdotes se casaran, no destacarían tanto, sino que serían como ‘uno de nosotros’. Es interesante ver que, en las Iglesias orientales, donde hay sacerdotes casados, se estima más a los célibes. También en las culturas monacales budistas se entiende que una vida consagrada a lo espiritual va unida al celibato.

El celibato como apertura a lo trascendente

– ¿El celibato puede dar lugar a una patología?
– El celibato puede hacer enfermar, si se vive incorrectamente. El celibato nunca es una forma de vida en sí mismo, sino que, desde una perspectiva psicodinámica, es humanamente un déficit, un desequilibrio, una herida. Pero este déficit hace posible una inmensa apertura a lo trascendente; por eso hay formas de vida célibe en todas las culturas. El celibato no puede explicarse sin el fenómeno de la fe y de la relación de amor con Dios. Cuando un hombre célibe no cultiva una intensa relación con su amor, esto es, con Dios, entonces se marchita humanamente o no aguanta.
También es importante que un hombre célibe sepa qué es una mujer y cómo relacionarse correctamente con ella. Demasiada intimidad y apertura puede conducir fácilmente a una situación de bloqueo. Por motivos profesionales, he conocido a varios sacerdotes que se han deslizado hacia relaciones amorosas que, de hecho, no querían en absoluto. Casi siempre, en un principio, el afectado no había sido sincero consigo mismo. Con frecuencia, afirmaba un anhelo pastoral, hasta que la creciente intensidad de la relación se transformó en corporal. En el origen está el déficit emocional de la soledad, que, en una relación sana con Dios, se llena con la oración. Cuando se descuida la oración por el estrés o el activismo, o se la vacía de contenido, el sacerdote se hace propenso a tales naturales deseos humanos.

–¿El celibato puede ser un “yugo ligero” para algunas personas, y en cambio, muy pesado o incluso insoportable para otros?
– Naturalmente, el impulso natural se acentúa de modos distintos, pero eso tiene mucho que ver también con experiencias previas, con fantasías y recuerdos. La capacidad de moderar el instinto sexual y de humanizarlo se denomina virtud de la templanza, que también ha sido redescubierta por psicólogos ateos como Martin Seligman. El objetivo es, como dice Tomás de Aquino, la armonía de la paz interior. Templanza significa conseguir un orden interno, en el que las propias fantasías y deseos se valoran correctamente y se cultivan o se reducen. Esto no sólo es válido para la sexualidad. Viktor Frankl dijo, con respecto a la auto-observación hipocondríaca: “Sólo el ojo enfermo se ve a sí mismo”. De modo similar, uno podría decir: “Sólo el sacerdote enfermo se mira a sí mismo; el sano tiene su confianza y sus ojos dirigidos hacia Dios”. Alguien que ha entregado completamente su vida empieza a patinar cuando comienza a buscarse a sí mismo o a realizarse egocéntricamente.

Seleccionar a los seminaristas

– Algunos opinan que quien opta por el celibato debe al menos tener, en lo sexual, conocimiento de aquello a lo que renuncia.
– Sí, por supuesto, deben saber a qué renuncian, pero no necesitan haberlo experimentado. Un psiquiatra no debe haber probado la heroína para ser un buen terapeuta en drogodependencias. La experiencia sexual no lo es todo. Un seminarista debe sobre todo tener experiencia espiritual.

– Hemos hablado sobre si el celibato puede hacer enfermar. Pregunto de otro modo: ¿Puede esta forma de vida atraer a personas inseguras o perturbadas en su sexualidad?
– No se puede descartar que atraiga también a personas de estas patologías. Personas que no se pueden relacionar con el otro sexo encuentran aquí una forma de vida en la que pueden pasar desapercibidas. Esto es especialmente problemático cuando hay personas que quieren vivir otra forma, enferma, de sexualidad, que daña a otras personas. Hay que tener mucho cuidado con quién entra a los seminarios, porque solo un hombre psíquicamente sano y estable es apto para la vocación sacerdotal.

– ¿Es posible que haya habido hombres con tendencias pederastas que se escondieran tras una sotana para pasar desapercibidos, o para protegerse de sus propias inclinaciones?

– Muchas personas con tendencias pedófilas van a parar al matrimonio; otras, al sacerdocio. De algún modo, uno piensa que debe hacer su vida cuando descubre en sí ese tipo de inclinaciones. Quizá piense que las tiene bajo control, o que la consagración sacerdotal le ha curado. Sigmund Freud afirma que la sexualidad es polimorfa y que tiene un lado perverso, y ahí algo tiene de razón. En una relación sexual normal, la mujer suele ser el correctivo. Pero si la sexualidad es vivida en soledad, por ejemplo, en términos de autoerotismo y pornografía, entonces no existen ya límites. La represión de la sexualidad es generalmente beneficiosa, cuando existen inclinaciones degeneradas. Me refiero al control de los pensamientos, de las fantasías; a no mirar indiscriminadamente la televisión. Así desaparecen la mayoría de las fantasías desviadas, que siempre están relacionada con una hipersexualidad, y permanecen las inclinaciones sexuales sanas.

Detectar trastornos de personalidad

– La relativización social de la pederastia proviene de ámbitos muy distintos.
– La psicología de la década de los 70 pretendió hacer creer que no existía nada intrínsecamente malo, o incluso que todo estaba bien, si la relación era consentida. En la década de los 70 y de los 80, hubo movimientos de liberación sexual que asumieron la defensa de la pedofilia. Un conocido político del Partido Verde alemán, aún en 1988, pidió la despenalización de la pedofilia consentida, una tesis de la que poco después se distanciaría. En aquel momento, era partidario de un movimiento por la despenalización y “despatologización” de las formas alternativas de sexualidad.

– ¿A qué se debe prestar más atención en la formación de sacerdotes? ¿Es posible detectar tendencias sexuales desviadas para descartar a los candidatos afectados?
– Por lo general, a lo largo de años de convivencia con los candidatos se ve si son o no apropiados. Los pedófilos suelen tener otros trastornos de personalidad que pueden detectarse. Uno ve, por ejemplo, cómo una persona se relaciona con los demás, y si es apto para servir y es capaz de obedecer. Ésas son virtudes que no están de moda, pero que muestran si alguien es psíquicamente sano, porque es capaz de no ponerse a sí mismo en primer plano, y ponerse al servicio de los demás. Cuando alguien debe ponerse siempre a sí mismo en primer plano, y necesita brillar, demuestra que se preocupa más del propio ego que de los demás. Eso es peligroso.

– ¿Es posible una educación para la castidad y el celibato en el seminario?
– Sí, y es absolutamente necesaria. El seminario está para enseñar la castidad sacerdotal. La aceptación de la propia sexualidad plena y de su hombría capacita al sacerdote para ser pastor paternal de otros. Eso incluye también enseñar a los hombres jóvenes a desarrollar su sexualidad desde la perspectiva del amor, como suelen integrarla naturalmente.

– ¿Qué puede aconsejar el psiquiatra a un sacerdote que flaquea en estos terrenos?
– Debe apartar la mirada de sí mismo y dirigirla a los otros, a su relación con Dios y a su ministerio sacerdotal. Normalmente los problemas sobre la castidad son problemas de personas que dedican demasiado tiempo a sí mismas. Cuando uno navega durante horas en Internet no puede sorprenderle que le asalten ideas estúpidas. La soledad y la sensación de que la propia vida carece de sentido son consecuencia de una falta de relación con Dios. Yo trato a personas adictas al sexo en Internet y casi todas ellas tienen problemas de relación con los demás. Por eso digo que los sacerdotes con este problema tienen un problema de pareja… con Dios. Y el yo es polimórficamente perverso. Cuando hay un problema, en todo caso hay que reconocer la dimensión patológica, y buscar ayuda profesional, sin avergonzarse por ello.

Traducción: Ricardo Benjumea.

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